Sunday 4 February 2007

...la dura e intensa vida del nómada...


Hoy, una vez más en mi vida, me encuentro en la tesitura de hacer maletas, de hacer mudanza, de sufrir lumbalgias y de hacer estrategias en mi mente (tal que un tretris) para llegar a una satisfactoria resolución en colocar las maletas en el coche para que quepan. En cómo colocar los bultos para poder distribuírmelos luego en cada mano, en cada brazo...En cómo arrastrarlos...


Simplemente, agotador. Sólo de pensarlo quedo agotada. Y es que... así es mi vida. La vida del eterno nómada. Con la casa a cuestas. Bueno, con los trastos a cuestas. Que lo de casa..., a veces ha sido fácil encontrarla, a veces no tanto.


Y es que esas maletas.., no sé cómo lo hacen pero siempre resultan pequeñas a la hora de meterles cosas, pero grandes, pesadas e incómodas a la hora de arrastrarlas y llevarlas de un lado para otro. Cuando se trata de una o dos, la cosa no tiene mayor trascendencia. Pero cuando ya son 4 o 6 porque tienes que llevar esto, lo otro, y lo de más allá porque no te vas de vacaciones no, te vas a vivir a otra ciudad y..., ¡ui! justamente te pilla en invierno que necesitas abrigos, ropa pesada, edredones nórdicos y accesorios varios para mantenerte calentita. Que digo yo... ¿no sería más barato e interesante echarse novio para estas ocasiones y mantenerse igualmente calentita? En estos casos, igual ya no sería necesario, ni el edredón nórdico ni el calefactor, ni las sábanas de franela ni las mantitas diversas...


¡Aiss!! ¡odio las mudanzas! menos mal que son cosas que en un par de días quedan resueltas.

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